En el tranquilo amanecer de este domingo, mientras el café despliega sus aromas y los churros se enfrían, mi mente se abre a reflexiones profundas, me encuentro navegando en el vasto océano de LinkedIn. Y ahí, entre publicaciones de logros, palmitas y postureo varios, surge una tendencia que, más que sorprenderme, me lleva a cuestionar los cimientos mismos de la sabiduría y la experiencia. Se trata de la proliferación, casi epidémica, de mentores, pseudomentores y autoproclamados expertos en áreas tan vastas como el universo mismo.

Imaginemos, si se puede, a ese emprendedor de cuatro meses, cuya experiencia en el arte del emprendimiento es tan profunda como un charco en verano en Murcia , ofreciendo sabios consejos a otros soñadores que aún no han dado el primer paso. ¿Qué clase de realidad alternativa es esta donde la experiencia y el conocimiento se mide en likes y no en años de sudor y lágrimas?.

Este fenómeno me lleva a preguntar, con un toque de ironía, ¿dónde quedó el punto de referencia? ¿Cuáles son nuestros referentes en esta era de la instantaneidad? ¿A quién seguimos? ¿Quiénes son nuestros influencers? Parece que cualquier persona con una cuenta en redes sociales y un iphone puede convertirse en el gurú del momento, ya sea en el emprendimiento, la inteligencia artificial o cualquier tema de moda que, hasta hace un año, era territorio inexplorado y hoy está plagado de expertos con doctorados imaginarios.

Es como si en un gimnasio, tu entrenador encargado de motivarte y guiarte en tu transformación física fuera alguien que, lejos de personificar la salud y el deporte, nunca ha dicho que no a un bocadillo de chorizo. ¿Dónde queda entonces la credibilidad? ¿La autenticidad?...Y no nos quedemos cortos, la lista sigue: inteligencia artificial, metaverso, NFT, criptomonedas... Temas que se van sucediendo uno tras otro, como modas pasajeras, y de repente, todos son expertos (cuñados..) o que decir, volviendo al mundo de los emprendedores donde emerge una figura casi mitológica: el business angel. O, para ser más precisos, aquellos que se autodenominan así pero que, en realidad, ni de "business" entienden, ni de "angel" tienen un pelo. Son esos personajes que, con maletín en mano y una sonrisa digna de un anuncio de dentífrico, prometen catapultarte al éxito. Y todo esto, por supuesto, a cambio de una modesta contribución: un cheque que apenas cubriría el catering de una reunión modesta, pero que, de alguna manera, les otorga el derecho a reclamar más de la mitad de tu sueño, de tu esfuerzo, de tu compañía... de por vida.

Seamos serios, no nos banalicemos y construyamos con criterio...No vaya a ser que, en nuestra búsqueda de guía y sabiduría, terminemos siguiendo a los modernos charlatanes de feria...

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